martes, 26 de mayo de 2009

LAS NORMAS Y LAS FORMAS

Parto de que todas las opiniones y comentarios que vierto aquí las hago desde mi punto de vista de aficionado, un poco apasionado y enamorado del judo, pero con las lagunas lógicas del que no tiene nada que ver con este deporte.
1.- Si con la nueva norma de hacer desaparecer a los entrenadores y preparadores de los tatamis pretendían volver a un judo más purista , sinceramente pienso que se están alejando del camino.
Si con está norma buscaban potenciar la afición y por tanto enganchar a mayor número de espectadores, van a conseguir el efecto contrario y terminarán haciendo los campeonatos a puerta cerrada y los deportistas en plan de concentración.
Voy a utilizar la metáfora de UNA BODA, que se asemeja bastante a lo que está pasando con las competiciones de judo. El sacerdote y el sacristán ( árbitros ), tratando de centrar toda ceremonia para resaltar exclusivamente a los contrayentes (judokas competidores) sacan una norma en la que se aleja del altar a los padrinos (entrenadores), pero no les marca en que lugar se han de situar (buscarse la vida); al rato se observa que en determinados bancos hay discusiones, gritos y amenazas, los invitados (expectadores y seguidores) discuten con los padrinos que quieren usurparles el sitio, porque los segundos no se resignan y quieren ocupar el lugar que les corresponde y si para ello tienen que discutir, se discute. Puede ocurrir que algún padrino se situe expulsado al fondo de la iglesia, pero como quiere que los contrayentes sientan su proximidad empieza a gritar VIVAN LOS NOVIOS y otras frases, con el lógico revuelo. También puede ocurrir que otros padrinos, más abiertos y dicharacheros en vez de arroz inviertan en la compra de un megáfono y desde cualquier lugar mantenga una conversación con el consiguiente escándalo y jolgorio de los invitados. No podemos olvidar que estamos en la era de la cibernética y habría padrinos que colocarían oculto en la ropa a los novios, pinganillos vulgares con los que comunicarse. Por último estaría el padrino militarista, que a la vista de la norma, crearía una reserva en los cinco primeros bancos de cada fila, para su uso exclusivo, desplazando a los invitados a la puerta y si se quieren ir que se vayan.
Desde el punto de vista operativo, creo que en los tatamis y a los costados de la mesa de cronometradores (por cierto no se si es ilusión mía, pero cada vez veo más componentes en ellas) se pueden poner dos vallas, donde se ubicaría un solo entrenador en cada una, debidamente identificado y solo el tiempo que dure el combate de cada pupilo.
De todas formas el sistema de Coimbra, limitando el acceso solo a los judokas en competición, parece más apropiado para los entrenadores.

2.- Cuando yo, hace años, leía sobre un deporte llamado JUDO, lo asimilaba a la exaltación de la ceremonia, con unas formas muy cuidadas, como son las japonesas. Cuando empecé a asistir a entrenamientos y competiciones, siempre como observador, me encantaba ver como senseis como Pedro Fernandez, les enseñaba a los peques el respeto y las formas de comportarse desde el saludo-reverencia a la entrada del tatami, a como obligar a dar la mano al perdedor de un combate, a como inclinarse y retirarse sin dar la espalda al contrincante, a todo esto que hace que el judo no sea (como trasmiten algunos entrenadores-as) una pelea de perros a los que tienes que mantener sujetos a la vez que los azuzas para que cuando salgan, vayan a machacar.
Me encantaba ver en los campeonatos de La Rioja y en los torneos que entonces empezamos a visitar, Vitoria, Pamplona, etc. como los árbitros además de de arbitrar hacían una labor didáctica, y en eso los vascos de la vieja escuela eran auténticos maestros. Ahí está Manu Aguirre, experto donde los haya, parando un combate de infantiles dos y tres veces, llamando a los judokas para explicarles porque les marcaba shido, porque tenían que volver al tatami porque se habían retirado sin guardar las formas y sin el máximo respeto por el contrario.
Quiero que esto sea un toque de atención para los entrenadores, que en este sentido hay algo que no están haciendo bien. En Alicante he observado una mayoría de los infantiles y algunos cadetes masculinos, que no sabían entrar ni salir del tatamí, que se dirigían a los árbitros, que despreciaban el saludo de los contrincantes, que no hacían ninguna reverencia, carreras porque no sabían el color del judogi que tenían que ponerse. Esto se está deteriorando Señores. Atención a las formas para que este deporte no se convierta en una película de chinos.

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