martes, 29 de mayo de 2012

LA LEYENDA DEL LABRADOR AMBICIOSO

Un judoca competía con el mismo y era tan tonto que siempre quedaba segundo.
Un labrador se presenta en casa y reune a la familia mostrándoles unas semillas de trigo que acaba de comprar, para plantar en el  pequeño y pobre terreno que tenían al lado del granero.
Es una familia unida pero con poco afán de superación; prevalece la desidia en sus actos. Aran la tierra sin profundizar y esparcen la semilla sin mucho cuidado, cayendo gran cantidad de granos en el barbecho , la periferia recibe menos granos de los que podría para hacer una siembra regular. Cuando se dan cuenta  les quedan pocos granos por sembrar y mucho terreno por abarcar, deciden plantarlos todos en el centro. Es terreno de secano y tienen que regar por sus medios y con gran esfuerzo porque el pozo se encuentra a distancia. Empiezan a surgir los brotes y ven el resultado de la siembra defectuosa.
Riegan el terreno, pero no el barbecho que lo dan por perdido. Pasa un tiempo y las espigas  solo aparecen en cierta cantidad en el  centro y poco densas en el resto. Se conjuran para mimar el centro y es la única zona que terminan regando y cuidando. Hay que regar en el centro, hay que regar en el centro. Cuando el verde de los campos empieza cambiar de color pasando a los ocres y amarillos, el labrador observó que la zona mimada cambiaba, pero a marrón. Alarmado vio , que paso a paso se había cargado la cosecha. La zona de barbecho había servido de alimento a los pájaros a los que alimentaron sus semillas. La zona periférica había tenido un desarrollo normal pero eran tan pocas las espigas que no consiguieron ni hacer un haz.
El centro, la zona mimada en exceso, horror las raíces se han podrido por exceso de agua.
Es una leyenda japonesa que viene a juzgar lo que le ocurre al poco ecuánime.

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