jueves, 21 de junio de 2012

JUDOCAS QUE DEJAN HUELLA

IRIAN

Conocí a Irian en su más tierna infancia, cuando con un año menos que Alba empezaron a practicar judo allá por el año 1998-1999 aproximadamente. Recuerdo que era de los pocos que prestaba mucha atención a lo que le indicaba su entrenador y que reaccionaba a las instrucciones que este le daba con el apodo de “Jefe”.
Eran unas edades en la que como la canción “los niños con los niños, las niñas con las niñas” por lo que intercalaban pocas tertulias, pero si randoris.
He conocido aspectos personales porque he mantenido numerosas conversaciones con su estusiasta madre Inmaculada. Conozco a que se deben sus lapsus de tiempo sin poder practicar y debo destacar que siempre me ha impresionado su espíritu de superación. Ha ganado importantes torneos como el de Amurrio y su ánimo para la competición le ha llevado a intervenir en numerosos campeonatos donde siempre se encontraba arropándole la familia. Es curioso que en uno de los judokitas de los dos que se han celebrado, su primo, que acababa de superar su etapa de bebé,y le veía como un héroe  se subió al podium junto a él y no hubo manera de que le abandonara, hasta que no lo hicieron los dos juntos.
Resentido de operaciones ha tomado parte en campeonatos de La Rioja y en fotografías se perciben muecas de dolor mientras se desarrollan los combates.
Hubo una etapa en la que por edad y por peso, su amigo Paco Olivenza se convirtió en su “enemigo” en competición. Hubo combates entre los dos dignos de recordar en Pamplona y en Logroño. Si hay que hacer un resumen de esta etapa hay que ser sincero y decir que la balanza de las victorias se inclinó del lado de Irian.
Vivimos el campeonato de España de Alicante con los seguidores agrupados y recuerdo a Inma entre seguidora y madre, pero sobre todo realista, cuando el campeón vasco levanta en vilo a Irian, gritando “cuidado no me le hagas daño”. Digo realista porque primero se preocupó de Irian como hijo y luego no tuvo el menor reparo de reconocer la superioridad del vasco.
Se esforzó, porque salia de una lesión, en conseguir el cinturón negro y tengo que reconocer que su ascenso en los grados fue normal y sin saltos, vamos que no hubo irregularidades de ningún tipo.
Fue de los primeros en portar un judogi comprado con las hombreras de España y se que aquello fue espejo para que más de uno se pidiera un judogi como aquel.
Compatibiliza los estudios con el Judo y aunque entiendo que en esto momentos esté un poco desorientado, porque la mayoría de su generación ha abandonado este deporte. Irian eres el Jefe, si te gusta el judo sigue practicando, pero por nada del mundo dejes los estudios.












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