miércoles, 15 de junio de 2011

MELANCOLÍA




Veo un reportaje en uno de los canales de la Tv vasca, de los que reconozco que tienen mayor nivel en general de lo que llamamos televisiones generalistas, que se acercan a la bazofia en casos concretos. Está la judoca Oiana Blanco entrenando bajo la batuta del sensey de Usurbil. Expone sus aspiraciones a las olimpiadas mientras salta sobre una escalera tendida en el tatami con peldaños unidos por una cuerda. Corre cargando una enorme riñonera rellena. Se revuelca alrededor de un saco tipo de entrenamiento de kárate (¿ donde estará el que colgaba en en tatami del Pedro Fernandez, que incitaba al entrenamiento?). Tenían que aprender las televisiones locales y sobre todo la Cope, que en esto del deporte solo se acuerda del "a Dios rogando" y se olvida totalmente del "con el mazo dando".




Estamos en un compás de espera de las notas definitivas de la PAU para hacer la preinscripción en la Universidad de Salamanca. Han ocurrido dos detalles curiosos marcados perfectamente por el biorritmo de Alba para el día 13, donde el factor emocional está en su punto álgido.


Gimnasio Pedro Fernandez, los numerosos asistentes están divididos en dos grupos, los que optan o participan en las enseñanzas para el cinturón negro dirigidos por Pedro Mari, donde Alba analiza los movimientos de María y Sandra ( ha sustituido a Cintia lesionada de importancia en Jaca); en el primer grupo está Irene, sentada de espaldas a los asientos de espectadores; le doy con el pie, se vuelve y me sonríe. Pasa un cuarto de hora y veo que está hablando con Pedro y que este la consuela, abandonando el tatami camino del vestuario. Al poco rato Alba entra en el recinto y se encierra con Irene. Pregunto que es lo que pasa y alguien me contesta que están sufriendo ataques de nostalgia entre un cerrado grupo que atisban que al final de curso ya nada será igual.




La nostalgia es la etapa más profunda en la transformación de infantes y cadetes a adultos.


Yo y han pasado unos cuantos años, guardo en mi retina estampas de despedida de amigos.


De mi cuaderno de notas saco un breve verso escrito con pluma estilográfica.





Se separó mi sombra


y ya no me seguía


me invade la nostalgia


ha cambiado mi vida





Marchar resulta fácil


quedar clava la espina


ya todo se diluye


recuerdos tras cortina






El reloj se ha parado


a mi me parecía


la aguja inexorable


avanzando se movía



Un trabajo del grupo que yo denomino "el club de la nostalgia" sobre el que se pasa página de tres verdaderas amigas que, además de practicar judo, se divierten y disfrutan.

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