sábado, 4 de junio de 2011

España sin zarandajas



Estoy alejado del judo porque incluso leo poco de este deporte y noticias no hay. Alba sigue con su preparación para la PAU. Ayer la fuí a buscar a las once y media de la noche a la biblioteca de la Universidad de La Rioja, que estaba más concurrida que Portales en San Mateo. No pude distinguir a los cortados por el mismo patrón de los indignados, que siguen en la Plaza Mayor de Logroño jaleados por el despedido Varea, vice alcalde hasta hace dos días.

Hay una parte importante de la juventud que si que aprovecha los medios que se ponen a su alcance, pero estos, al igual que el bíblico Abel solo son motivo de envidia por su situación y no se valoran los esfuerzos.

Es mejor ver a indigentes intelectuales, con una recién estrenada veintena de años y sin más cometido en la vida que indignarse por todo, soluciones no aportaran pero, dar por saco, ahí no les gana nadie.

Yo, permitirme, estoy indignado con esta casta de rastas sin despiojar, que, a lo que voy, se organizan en Barcelona y llegan frente a las oficinas del mal llamado INEM. Son una treintena

que, bien es cierto que no portan ni perros ni flautas, aparecen con un radio-casette-Cds, al igual que los raperos de hace treinta años. En la puerta se reparten serpentinas y confeti entrando en el local donde un centenar de desconcertados esperan a ser atendidos por insensibles funcionarios que están pensando en su tercer café, posiblemente para olvidar el drama que divisan diariamente.

El encantador grupo se reparte estrategicamente por la sala y a la señal de un parasitario ponen el "radiocasete" (fabricado posiblemente en algún pais donde no se respetan los derechos humanos) a todo trapo y empiezan a bailar entre los asombrados parados, mientras esparcen por el ambiente serpentinas, confeti y alguna liendre que otra (ya limpiaran otros). El estupor de los adictos por desgracia al turnomatic se ve reflejado en sus rostros y cuando parece que no podrán abrir la boca más, dos sujetos de la cuadrilla ni ni sacan una cuerda en la que a modo de pancarta hana pegado la palabra CRISIS , la estiran y cuando parece que van a saltar a la comba, entre jaleos de la cuadra empiezan a pasar por debajo a modo de asistentes a una bacanal. Termina la música, recogen la cuerda, se aplauden unos a otros y sin tan siquiera interesarse por los problemas de los listados en el paro, se van por donde han venido, dejando mierda, incredulidad y desesperación.

Claro que alguno dirá que eso solo ocurre en Barcelona, donde el símbolo de la ciudad es el caganet. Yo , si tengo que ser hortera, prefiero la sevillana y el toro.

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