sábado, 18 de agosto de 2012

ES LA VIDA

En este agosto tan desconcertante, he tenido una racha de ver y conversar con personas a las que llevaba un tiempo sin ver, algunas como mi último nieto son conocer y otras con las que no tenía al placer de charlar.
Ultimamente pienso en el misterio de la vida más de lo habitual y me bloqueo. Será porque he visto a mi madre ya con 97 años y con una mente despierta que le hace que a falta de funcionamiento físico el intelecto y los recuerdos le ocupen gran parte del día. Es un acontecimiento muy especial.
Me encuentro con el padre de un judoca, un buen doctor por más señas, que su hijo emigró para otras tierras para tratar de conseguir su carrera universitaria. Sigue practicando judo en la ciudad donde estudia. Este doctor va a ver a su madre que con 96 años que, me comenta está la mujer en estado vegetativo. Ella que fue profesora y que era una intelectual de la literatura ya no conoce a nadie. Habla de ella con una gran respeto y no tengo por menos que pensar que la educación, los valores y las formas lo transmiten las personas y que de donde no hay no se puede sacar.
En un pueblo con mucho encanto, en plena sierra de Gredos, nos hemos encontrado con mi hijo, su señora y mis dos nietos (el mayor de cuatro años y el peque de pocos meses) Sin pasión familiar un encanto los dos. Dieguito hablaba con su tía Alba como si se viesen todos los días. Es curioso pero en la conversación sale que me mandan recuerdos por parte del conserje del colegio donde estudia Diego, amigo de toda la vida y que jugaba al fútbol conmigo. Eso son amistades y no las que duran menos que el sueño de una noche de verano.
Un placer a las tres de la mañana, los numerosos hermanos que tengo, con el sonido de la música de la orquesta como fondo, tomando unos gin tonic y comiendo unos churros muy especiales; hablando de los hijos, de los nietos y de toda la familia. De la familia de verdad, la que te ha tocado por nacimiento, porque las otras son impostadas ó mafiosas. Pienso que como en todos los núcleos familiares, con árbol genealógico bien estructurado, hay abatares, pero que desde Australia a Suiza, pasando por Canadá, todos están presentes y localizados
Me meto en la pista de baile para saludar a otro amigo de toda la vida, Antonio. Siempre que ve a alguno de mis hermanos les pregunta por mi.  Fue un adelantado a su tiempo y lleva toda la vida en sus grandes extensiones obteniendo hortalizas por el sistema de goteo y plásticos como cobijo en pleno Avila. Tiene un pesar, que sus hijos han terminado las carreras y no han vuelto por el pueblo, vamos que están haciendo vida en Madrid.
Me encuentro con mi primo Félix, pintor reconocido y premio nacional. Su vida un tanto bohemia le hace que se vea solo después de dos divorcios. Una bella persona a la que ya en sus inicios de artista, con doce trece años, uno de mis hermanos y yo mismo le volvíamos loco.
Me encuentro con una persona que está al tanto del judo en Logroño, que por supuesto no es mi hija Alba.
Me dice que para la nueva temporada en la que desaparecen algunos conocidos, reaparecen algunos melones. Que si quiero ver ofertas de judo que lea el programa deportivo municipal, que da la sensación de que se crea el judo en sesión continua (por las horas).
He visto a Victor, que cambiado está para bien, le recuerdo tímido y me alegra el que va acompañado de una guapa chica. Hablamos de sus padres, gente con clase, me dice que están bien. También me comenta que el judo no lo ha dejado del todo, que lo trata de compatibilizar con el baloncesto. Pero el que si que lo ha dejado es su hermano, que se ha volcado en el baloncesto.
Otro ejemplo de que los extremos no son buenos. Por una parte oigo hace unos días a un judoca con menos formación que un pino de seis meses, hablando de las escasas medallas que tiene como PRESEAS.
Por otro lado recuerdo ver a un entrenador que las últimas instrucciones antes de la competición siempre las daba en el bar, formación de coctel que se dice.

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