miércoles, 21 de marzo de 2012

PUNTUALIZO

Paso un segundo, es un decir, al gimnasio P. Fernandez, para ver si encuentro a algunos de los padres de los judocas que han participado en Madrid y me encuentro con Pablo Guerra, que hace un inciso en el entrenamiento intensivo que está teniendo ( tienen el judogui empapado) para decirme que, en la entrada en la que comentaba el fin de la aventura del equipo adulto del gimnasio en la liga nacional,  no dejo en buen lugar a los judocas adultos ya que no hago excepciones en cuanto a la dedicación. Le comento que mi ánimo al escribir mis impresiones era el contrario a lo que él percibe. Repaso las notas publicadas y , efectivamente, he generalizado tanto que he mezclado a justos con pecadores. Por delante pido disculpas y ahora trato de aclarar que cuando hablé de que era la segunda ocasión en pocos años en las que la aventura de la liga no había llegado a su fin, trataba de enjuiciar a los judocas que se comprometían con el proyecto, pero a las pocas semanas descargaban una serie de disculpas, con razón o sin ella que producía el naufragio del equipo. Quiero dejar claro que cuando hablo de escaqueos no puedo generalizar, porque hay una serie de personas que siempre están dispuestas y se esfuerzan por cumplir sus compromisos. Lo que ocurre es que hablamos de un equipo de seis o siete personas y cuando este no se completa, de nada sirve que haya tres .
Para que quede clara mi exposición, si el gimnasio contase con más judocas como Pablo Guerra (al que considero el mejor judoca riojano de la etapa actual), Héctor Apellaniz (con una dedicación en la preparación de futuros judocas, que cala entre ellos), Cipri (que ha sido capaz de ir a competir sin dormir), Alberto (que en la última temporada incluso se ha desdoblado para estar en acontecimientos de judo en sitios dispares),  Jumberi (que lleva tres años compitiendo donde puede y con un ánimo de ganar excepcional) y José Luis, podrían ir a judoquear a cualquier lugar. Desgraciadamente y es a lo que me refería, solo que con este grupo tan reducido no se puede acometer ninguna gesta. Hay que poner los pies en el suelo. 

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