lunes, 26 de septiembre de 2011

CHAPADO A LA ANTIGUA

No quería reconocerlo pero ayer me dí cuenta de que estoy chapado a la antigua. La familia al completo nos fuimos a la estación destartalada de RENFE. Desirée y Alba iban cargadas de enormes maletas, ordenadores, móviles, carteras, comida; parecía una mudanza. Hoy han tenido el primer día de clase y a la vuelta han comentado por teléfono que todo había ido bien. Alba dice que ya ha hecho amigos.
Pero a lo que iba,  en plena emigración de universitarios, todos con enormes maletas, llega el tren y trato de subir al mismo el, más parecido a un baúl, de Alba, cuando en medio de la plataforma empiezan a besarse dos tortolitos de unos dieciocho años, ajenos a la cola que estaban formando. Les digo que me dejen pasar y entonces el pardillo se apea sin dejar de lanzar besos a la chavalita. Ahora llega la bueno,  el romeo del XXI sobrepasa la acera de seguridad  que impide acercarse a los trenes, trata de divisar a su viajanta a través de los cristales tintados, abre el móvil  y llama a su pipiola como si estuviera en un locutorio de una cárcel sin hacer caso de supervisor. No tienen sentido de la medida, ni de la economía.

El poster completo de los fans del judo y de una álbum fotográfico de más de veinte hojas preparadas para imprimir publico la primera.

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